La construcción de la "Casita para las Semillas” comenzó la última semana de mayo y terminó el viernes 17 de junio…. Los niños, los padres y los maestros de la escuela pusieron manos a la obra con el fin de disponer de un lugar apropiado para que en el Vivero Municipal de Plantas Autóctonas se pudieran guardar las preciosas semillas de las plantas y árboles nativos de la ribera de nuestro Río de la Plata.
“Durante el cuarto grado, en la escuela Perito Moreno que trabaja con la pedagogía Waldorf, los niños tienen como proyecto construir una casita…. esto, además de la acción tangible de construir una vivienda simboliza el construirse uno mismo, conocerse… habitarse. Se trata además de encontrar en que pedacito de mundo uno puede colaborar. Es así que nació este proyecto”, dicen los protagonsitas de esta sencilla historia.
“Elegimos construir con barro porque es una forma milenaria de construcción que se usó en diferentes partes del mundo de distintas maneras, y que se sigue usando en muchas provincias de nuestro país, el barro es un gran aislante, estas casas son calentitas en invierno y frescas en el verano, y se usan solo materiales que se consiguen cerca: tierra, agua, pasto seco o paja, aserrín, bosta de caballo, etc.”, agregan.
“Primero se pisa la tierra con la arcilla y el agua, hasta armar un gran pastón, este se mezcla con paja y se arman con las manos ladrillitos de forma cilíndrica que se ponen dentro de la estructura hecha previamente con madera; se ponen parados y se los une entre sí, modelándolos con las manos para unirlos e ir levantando las paredes”, precisan.
“Cuando las paredes están ya montadas, se deja secar un poco y en el próximo encuentro se arma el pastón para revocar, esta vez agregándole al barro aserrín…”, acotan.
“La construcción con barro además de ser una forma ancestral de construir es una forma que reaparece en nuestros tiempos, en los que se necesita respetar más que nunca a la naturaleza, utilizar elementos que se degraden y no contaminen, ahorrar energía…., trabajar en comunidad y volver a encontrarse con las manos, los pies, el pensamiento, el sentimiento y la acción”, sostienen.
“Este fue realmente un trabajo en comunidad donde padres, maestros y niños pisaron y amasaron el barro juntos, en donde los voluntarios del vivero nos acompañaron y donde la Municipalidad de San Isidro y la Dirección de Ecología y Conservación de la Biodiversidad nos abrieron las puertas para poder ser útiles y trabajar en este hermoso lugar al borde del río. A ellos nuestro más profundo agradecimiento”, concluyeron.
“Durante el cuarto grado, en la escuela Perito Moreno que trabaja con la pedagogía Waldorf, los niños tienen como proyecto construir una casita…. esto, además de la acción tangible de construir una vivienda simboliza el construirse uno mismo, conocerse… habitarse. Se trata además de encontrar en que pedacito de mundo uno puede colaborar. Es así que nació este proyecto”, dicen los protagonsitas de esta sencilla historia.
“Elegimos construir con barro porque es una forma milenaria de construcción que se usó en diferentes partes del mundo de distintas maneras, y que se sigue usando en muchas provincias de nuestro país, el barro es un gran aislante, estas casas son calentitas en invierno y frescas en el verano, y se usan solo materiales que se consiguen cerca: tierra, agua, pasto seco o paja, aserrín, bosta de caballo, etc.”, agregan.
“Primero se pisa la tierra con la arcilla y el agua, hasta armar un gran pastón, este se mezcla con paja y se arman con las manos ladrillitos de forma cilíndrica que se ponen dentro de la estructura hecha previamente con madera; se ponen parados y se los une entre sí, modelándolos con las manos para unirlos e ir levantando las paredes”, precisan.
“Cuando las paredes están ya montadas, se deja secar un poco y en el próximo encuentro se arma el pastón para revocar, esta vez agregándole al barro aserrín…”, acotan.
“La construcción con barro además de ser una forma ancestral de construir es una forma que reaparece en nuestros tiempos, en los que se necesita respetar más que nunca a la naturaleza, utilizar elementos que se degraden y no contaminen, ahorrar energía…., trabajar en comunidad y volver a encontrarse con las manos, los pies, el pensamiento, el sentimiento y la acción”, sostienen.
“Este fue realmente un trabajo en comunidad donde padres, maestros y niños pisaron y amasaron el barro juntos, en donde los voluntarios del vivero nos acompañaron y donde la Municipalidad de San Isidro y la Dirección de Ecología y Conservación de la Biodiversidad nos abrieron las puertas para poder ser útiles y trabajar en este hermoso lugar al borde del río. A ellos nuestro más profundo agradecimiento”, concluyeron.
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