septiembre 14, 2011

EL BAJO DE SAN ISIDRO CELEBRÓ 20 AÑOS SIN INUNDACIONES


El intendente Posse hablando durante la ceremonia evocativa del inicio del albardón

El intendente de San Isidro, doctor Gustavo Posse, compartió junto a funcionarios municipales, concejales, vecinos y delegaciones de alumnos de establecimientos educativos del Bajo sanisidrense la ceremonia en la que se recordó el inicio de las obras del Albardón, la defensa costera que protege a esta zona lindera al Río de la Plata en San Isidro y Acassuso.

El acto tuvo lugar esta mañana en el Centro Municipal de Exposiciones, en Del Barco Centenera y el río, y contó con las presencias, además del jefe comunal, de la presidenta del Concejo Deliberante, Rita Kuzis; de la titular del Consejo Escolar, Norma Balmaceda; del jefe de la Prefectura de San Isidro, prefecto principal Rogelio Pellegrino e integrantes de la Sociedad de Fomento de la Ribera.

Los vecinos del Bajo de San Isidro sintieron la necesidad de crear un día que recuerde la existencia del Albardón y quizá para muchos puede significar algo menor, pero para los vecinos de este lugar, que tanto lucharon por la realización de esta obra que les cambió la vida, es un hecho significativo. Y que haya un día que lo recuerde va a permitir que quienes en el futuro administren esta comuna no descuiden esta obra y la mantengan como nosotros lo hacemos constantemente”, señaló el intendente Posse.

El titular del Ejecutivo sanisidrense destacó que “no hay muchos albardones como el que tenemos acá, este fue el primero que se hizo en el país, y construimos uno similar, más chico, en Boulogne, para proteger a esa zona de las crecidas del Río Reconquista”, expresó el jefe comunal.

Por otro lado, Posse resaltó que esta en una obra “que está viva porque siempre le vamos sumando cota y la protegemos de la alimaña. Además, nos preocupamos de que las siete estaciones de bombeo, que forman parte de toda esta protección costera, funcionen correctamente cuando hay que utilizarlas”, dijo el intendente de San Isidro.



El descubrimiento del monolito que recuerda el comienza de las obras de la defensa costera

Durante el encuentro se recordó que la zona ribereña de San Isidro sufrió desde siempre constantes inundaciones que fueron incrementándose a fines de los años 80. Ante este grave problema y ante la falta de respuestas y proyectos viables por parte del gobierno provincial, la comuna tomó la decisión de iniciar los estudios, consultas y análisis necesarios para determinar cuál era la alternativa más viable para poder encarar un proyecto que una vez plasmado pudiera significar una solución definitiva.

Con la ayuda de un grupo de vecinos, entre otros, el arquitecto Alejandro Álvarez de Toledo y Alberto Recoder, el municipio comenzó a idear posibles soluciones. Se realizaron distintas reuniones de trabajo donde mucho se discutió sobre distintos proyectos.

Finalmente se decidió por la construcción de un Albardón, es decir, una loma de cierta altura construida en terrenos bajos que pudiera actuar como contención de las aguas.

En una última reunión se le presentó este proyecto al entonces intendente Melchor Posse, quien entusiasmado aprobó rápidamente la propuesta y dio precisas indicaciones para su rápida ejecución.

Se realizaron una serie de consultas con uno de los principales especialistas hidráulicos del país, el ingeniero Enrique Anzick, en ese entonces uno de los principales consultores de Naciones Unidas, quien aportó sus conocimientos y experiencias en forma voluntaria.

Luego de estas consultas, se comenzó en forma acelerada con las obras y el 14 de septiembre de 1991, hace 20 años, llegó a la costa el primer camión de tierra.

Para la primera etapa se utilizó la tierra extraída de la excavación realizada con motivo de la construcción del túnel de la calle Roque Sáenz Peña y luego la producida en ocasión de las obras del edificio administrativo municipal ubicado en Av. Centenario 77.

Con los trabajos ya iniciados y en franco avance, el gobierno bonaerense planteó su oposición al proyecto, buscando imponer un proyecto propio que resultaba económicamente mucho más costoso y técnicamente menos viable.

La férrea determinación de Melchor Posse de negarse rotundamente a aceptar imposiciones por parte de la provincia posibilitó que las obras continuaran.



El jefe comunal dialogando con abanderados de establecimientos educativos
de nivel secundario (arriba) y con chiquitos de jardín de infantes (abajo)




Finalmente, el albardón costero se culminó en diciembre de 1992. La obra de 4.500 metros de largo y 4,25 metros de alto o cota abarca desde la esquina de la calle España y Av. Mitre, en el límite entre San Isidro y Beccar, hasta la calle Perú, en Acassuso. Cuenta, asimismo, con siete estaciones de bombeo con una capacidad que va de los 1500 a los 7000 metros cúbicos. Tuvo su “bautismo de fuego” –del que salió airosa- el 6 de abril de 1994, cuando una sudestada que alcanzó los 3, 80 metros azotó la costa sanisidrense.

En la actualidad, la comuna continúa trabajando sobre el albardón en tareas de mejoramiento, alcanzando los 4, 50 metros.

Esta obra pionera en su estilo, no sólo solucionó en forma definitiva el antiguo problema de las inundaciones. Con lugares de verde esparcimiento ha sido el punto de partido para el constante desarrollo de la zona costera del partido, que desde entonces ha sido un punto de inversión casa vez más pujante en emprendimientos gastronómicos e inmobiliarios, entre otros.

Durante el acto, se dirigió a los presentes Mabel Vitarella, vecina del Bajo de San Isidro. “Antes de la existencia del albardón, los que vivíamos acá, aprendimos a conocer el sonido de la sudestada. Y cuando lo escuchábamos salíamos corriendo para poner nuestras casas a resguardo. Los vecinos decidimos ponernos de acuerdo y le presentamos el proyecto a Melchor Posse. Se hizo el albardón y nos cambió la vida”, manifestó Vitarella.

En la jornada de hoy se descubrió un monolito que simboliza el 20° aniversario de la inauguración del pólder y el fin de las inundaciones y el comienzo de una mejor calidad de vida para los vecinos del Bajo de San Isidro.

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