Con una gran concurrencia de personalidades del arte y la cultura, quedó abierta ayer al público una exposición de trabajos espontáneos en cartas y papeles del artista Alberto Greco, que formó parte del movimiento informalista argentino. Sus trabajos que estaban en Madrid fueron recuperados por los coleccionistas Cúneo, Alcalá y Brodersohn. Hasta la directora general de Cultura de la Municipalidad de San Isidro, Eleonora Jaureguiberry, la titular del Museo de Arte Moderno, Laura Buccelatto, la plástica Marta Minujín y el curador Jorge López Anaya asistieron a la apertura. La instalación permanecerá abierta al público hasta mediados de octubre.
"Es un privilegio poder contar con una muestra de este artista casi mítico, cuya vida intensa y extremadamente breve contribuyó a crear la leyenda", dijo el crítico Jorge López Amaya. "Sin duda una gran contribución al arte", deslizó el plástico Nicolás García Uriburu.
Fue en los salones de la Fundación Klemm, en Marcelo T. de Alvear 626, Capital, para contemplar el mundo de un verdadero vanguardista: Alberto Greco, el hombre que para muchos fue la figura emblemática del Informalismo allá por los 60, antecediendo a la movida del Di Tella y quien supo romper con lo que para él ya era una nueva academia. Dejó una obra fundamental: por el cromatismo dramático; por la riqueza matérica y porque preanunció la disolución del arte en la vida.
El coleccionista sanisidrense Guillermo "Willy" Cúneo -hermano del fallecido, quien fuera fundador del Semanario Costa Norte y tío del actual director periodístico de Prensa Chica- promovió junto a Jorge Alcalá y Mario Brodersohn esta singular muestra-homenaje que cautiva por sus dibujos realizados en tinta, apelando a sobres y papeles que saben conformar un bestiario crispado que desacraliza al arte.
"Revela un gran esfuerzo y una tarea de búsqueda permanente haber reunido todo este material", dijo la directora de Cultura sanisidrense, Eleonora Jaureguiberry.
Cúneo junto a Jorge Alcalá fue el encargado de repatriar todo el papelerío, sobres postales, dibujos espontáneos y otras piezas como la aguada "Horno crematorio", el aparente último cuadro hecho por Greco antes de morir a la edad de 35 años. Al suicidarse en su mano izquierda había escrito "FIN".
Genio y figura
Greco nace en Buenos Aires en 1931. Reside un tiempo en Francia y realiza su primera exposición en la Argentina, en 1956. Es poeta, dibujante e ilustrador. En su corta pero intensa existencia, pasó casi con desesperación por la poesía, la pintura informalista en Buenos Aires, San Pablo y Río de Janeiro, el Vido-Dido en París, el teatro-performance en Roma, el Manifiesto del Arte en Génova, los cuadros-textos y los objets-vivants en Madrid, las delirantes confesiones de Besos Brujos en Piedralaves y el suicidio en Barcelona.
Es que este vanguardista que influyó en el pop y en la performance de Buenos Aires dejó poca obra en el sentido de cuadros. Que se vea este papelerío es sin duda un tributo a la neo-figuración, el pop y el arte. "Lo heredó Peter Valentiner, un pintor francés que encontró refugio en el departamento que Greco usaba como taller en Madrid hacia 1964. En 1991, Valentiner se los vendió a Antonio de Navascués y Margarita de Lucas de la galería Edurne, donde Greco había expuesto en los 60 junto a Manuel Millares y Antonio Saura. Nosotros logramos dar con parte de ese material", confía Cúneo, quien supo vivir de joven en la casa que ocupó el artista. Como se dijo, al suicidarse Greco supo retener en su mano izquierda la palabra FIN y sobre el envase de un tintero estuvo escribiendo hasta perder la conciencia. Terminó como termina una película o una novela siendo autor, narrador y protagonista. Todo al mismo tiempo, medio siglo antes de que la vida en cualquier metrópoli empiece a parecerse a un complejo story-board.
Quienes deseen visitar esta muestra con entrada libre y gratuita pueden hacerlo de lunes a viernes de 11 a 20, llegándose hasta la galería que enfrenta la plaza San Martín. Por mayor información, ingresar a la web www.fundacionfjklemm.org o bien llamar al 4312-3334/4443.
"Es un privilegio poder contar con una muestra de este artista casi mítico, cuya vida intensa y extremadamente breve contribuyó a crear la leyenda", dijo el crítico Jorge López Amaya. "Sin duda una gran contribución al arte", deslizó el plástico Nicolás García Uriburu.
Fue en los salones de la Fundación Klemm, en Marcelo T. de Alvear 626, Capital, para contemplar el mundo de un verdadero vanguardista: Alberto Greco, el hombre que para muchos fue la figura emblemática del Informalismo allá por los 60, antecediendo a la movida del Di Tella y quien supo romper con lo que para él ya era una nueva academia. Dejó una obra fundamental: por el cromatismo dramático; por la riqueza matérica y porque preanunció la disolución del arte en la vida.
El coleccionista sanisidrense Guillermo "Willy" Cúneo -hermano del fallecido, quien fuera fundador del Semanario Costa Norte y tío del actual director periodístico de Prensa Chica- promovió junto a Jorge Alcalá y Mario Brodersohn esta singular muestra-homenaje que cautiva por sus dibujos realizados en tinta, apelando a sobres y papeles que saben conformar un bestiario crispado que desacraliza al arte.
"Revela un gran esfuerzo y una tarea de búsqueda permanente haber reunido todo este material", dijo la directora de Cultura sanisidrense, Eleonora Jaureguiberry.
Cúneo junto a Jorge Alcalá fue el encargado de repatriar todo el papelerío, sobres postales, dibujos espontáneos y otras piezas como la aguada "Horno crematorio", el aparente último cuadro hecho por Greco antes de morir a la edad de 35 años. Al suicidarse en su mano izquierda había escrito "FIN".
Genio y figura
Greco nace en Buenos Aires en 1931. Reside un tiempo en Francia y realiza su primera exposición en la Argentina, en 1956. Es poeta, dibujante e ilustrador. En su corta pero intensa existencia, pasó casi con desesperación por la poesía, la pintura informalista en Buenos Aires, San Pablo y Río de Janeiro, el Vido-Dido en París, el teatro-performance en Roma, el Manifiesto del Arte en Génova, los cuadros-textos y los objets-vivants en Madrid, las delirantes confesiones de Besos Brujos en Piedralaves y el suicidio en Barcelona.
Es que este vanguardista que influyó en el pop y en la performance de Buenos Aires dejó poca obra en el sentido de cuadros. Que se vea este papelerío es sin duda un tributo a la neo-figuración, el pop y el arte. "Lo heredó Peter Valentiner, un pintor francés que encontró refugio en el departamento que Greco usaba como taller en Madrid hacia 1964. En 1991, Valentiner se los vendió a Antonio de Navascués y Margarita de Lucas de la galería Edurne, donde Greco había expuesto en los 60 junto a Manuel Millares y Antonio Saura. Nosotros logramos dar con parte de ese material", confía Cúneo, quien supo vivir de joven en la casa que ocupó el artista. Como se dijo, al suicidarse Greco supo retener en su mano izquierda la palabra FIN y sobre el envase de un tintero estuvo escribiendo hasta perder la conciencia. Terminó como termina una película o una novela siendo autor, narrador y protagonista. Todo al mismo tiempo, medio siglo antes de que la vida en cualquier metrópoli empiece a parecerse a un complejo story-board.
Quienes deseen visitar esta muestra con entrada libre y gratuita pueden hacerlo de lunes a viernes de 11 a 20, llegándose hasta la galería que enfrenta la plaza San Martín. Por mayor información, ingresar a la web www.fundacionfjklemm.org o bien llamar al 4312-3334/4443.
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