El obispo Casaretto tuvo a su cargo el oficio religioso por los 100 años del Club Náutico San Isidro (arriba). El Dr. Posse haciendo entrega al titular de la entidad del decreto declarando de interés municipal el aniversario de la institución (abajo)
Como parte de los festejos por sus 100 años de vida y con la asistencia de una gran concurrencia integrada por socios e invitados especiales, se celebró en las instalaciones del Club Náutico San Isidro –Av. Mitre 1999- una misa de acción gracias por el centenario de esta tradicional institución sanisidrense, fundada el 26 de febrero de 1910.
La celebración religiosa, oficiada por el obispo de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto, tuvo lugar el sábado pasado por la tarde y contó con la presencia del intendente de San Isidro, doctor Gustavo Posse; de su esposa la doctora María Fernanda Nuevo y, por supuesto, de las autoridades del Club Náutico San Isidro, entre ellas su presidente, Juan Alejandro Tait.
Luego de la celebración religiosa, que se realizó en los jardines frente al edificio principal de la institución, la ceremonia continuó con el descubrimiento de una placa recordatoria en el mástil principal del club.
La placa, en un acto simbólico, fue descubierta por los socios más antiguos y jóvenes del club, quienes luego recibieron de las autoridades de la entidad medallas recordatorias.
A continuación se leyó el decreto del intendente Posse que declara los festejos del centenario de la institución de interés municipal, en tanto que el jefe comunal le obsequió al titular del Club Náutico San Isidro una placa recordatoria por el centenario y la gran trayectoria de la entidad.
La ceremonia finalizó con la entonación del Himno Nacional a cargo de las bandas de música de la Prefectura Naval y de la Armada Argentina y con el arrió de la bandera nacional que todos los días luce en el mástil principal del club.
Reseña histórica
En los primeros años del siglo XX, las localidades cercanas a Buenos Aires ubicadas sobre la costa del Río de la Plata eran los destinos elegidos como lugares de veraneo por las familias de la capital.
En ese ambiente netamente familiar, las actividades recreativas estaban ligadas al río: bañistas, nadadores, remeros y navegantes estuvieron en el origen de casi todas las instituciones sociales y deportivas asentadas sobre la ribera.
Las personalidades más progresistas advirtieron pronto la necesidad y la conveniencia de efectuar mejoras en la zona y dotarla de instalaciones que dieran una cierta comodidad a los concurrentes.
En este marco, el 26 de febrero de 1910 se realizó una asamblea en el Salón de Actos de la Municipalidad de San Isidro, convocada por un grupo de vecinos, entre ellos D. Benjamín Felipe Nazar Anchorena, D. Juan María Obarrio y D. José María Pirán.
En esa asamblea se aprobó por unanimidad "enviar un memorial al Señor M. de O. P. (Ministro de Obras Públicas) pidiendo una draga para efectuar en el puerto los trabajos necesarios para ser habilitado".
El segundo proyecto, "aprobado sin discusión" fue la organización de un club de deportes náuticos. Se constituyó una comisión provisoria integrada por los firmantes de la convocatoria, señores Nicanor Q. Repetto, Roberto Marín, Alfredo Larguía, Juan M. Marín, Alfredo Boggio y los tres nombrados al comienzo, para que redactasen los estatutos y procurasen "llevar adelante la solicitud".
Esos pioneros, desde el primer momento, cumplieron estrictamente lo que les fue encomendado, y la mejor prueba de ello es el presente.
El Club Náutico San Isidro nació con dos objetivos básicos: el social y el deportivo. El ámbito geográfico fue determinante para los deportes fundacionales, la náutica y la natación, a su vez estrechamente ligados al aspecto social. Pero la familia ocupó siempre el primer lugar, y la principal preocupación de sus autoridades ha sido propiciar su unión.
El crecimiento demográfico que se fue dando con el correr de los años determinó la ampliación de las instalaciones y la incorporación de otras actividades, para dar cabida a las diversas inquietudes y preferencias que se dan en el seno de una familia, con alternativas adecuadas a cada edad y condición. A la larga, estos tres aspectos del crecimiento se convirtieron en factores de mutua realimentación.
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