diciembre 01, 2008

BECCAR-VILLA PEHUENIA

Las baquets frente al palacio municipal (arriba) y
el intendente Posse con sus visitantes (abajo)


Tres postales del raíd con las
baquets: el Cutral Có (arriba)
En la Villa Pehuenia

En la frontera con la Araucania, Chile


Impulsados por el orgullo, decidieron aceptar el desafío. Y así fue que el sábado º de noviembre, desenfundaron sus viejas baquets y raudamente partieron hacia el destino que se habían fijado: Villa Pehuenia, en la provincia del Neuquén a 1.200 metros sobre el nivel del mar, próximas a los lagos Aluminé y Moquehue.

Miguel Berteloot y Miguel Grossi, montaron el Plymouth 1929 mientras Adrián Cruz, sin copiloto, su Ford 1930. Estos antiguos autos de carrera carecen de techo, por lo que estos intrépidos del Club Autos Antiguos San Isidro, de Beccar, debieron munirse de gorros de cuero y antiparras de aviador, tal como se estilaba en las competencias de aquel entonces.

Vicisitudes varias vivieron durante el trayecto, cruzando las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Río Negro y Neuquén. La peor –cuentan los protagonistas- en la localidad de Gral. Acha (La Pampa): el “forcito”, debido a las exigencias del viaje (a 60 kms. Por hora) rompió biela un día domingo.

Sin embargo, la fortuna estuvo de su lado. Si en Alta Gracia (Córdoba) vivió el “mago” de los años ‘60 de la mecánica nacional, Oreste Berta, en Gral. Acha aún vive José Seisdedos (82 años), el “mago” de la mecánica de los años ’30 y algo más. A los raidistas, don José le dio una mano. Revolvió el pueblo y, finalmente, consiguió el repuesto, que les permitió seguir adelante y cumplir con el desafío.

Poco después de mediodía, fueron recibidos hoy por el intendente de San Isidro, Dr. Gustavo Posse, pues los raidistas, también cumplieron el rol de embajadores de buena voluntad del municipio, entregando al intendente de Villa Pehuenia la bandera de San Isidro y el libro sobre los 300 años de la ciudad.

Tras contar las peripecias del viaje, el jefe municipal los distinguió con una placa, por la actividad que cumplieron llevando a esos lugares el testimonio sanisidrense.

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