mayo 12, 2010

VICTORIA AGUIRRE, EN VOZ BAJA, VUELVE A LA QUINTA PUEYRREDON



En la primera muestra temporaria que realiza el Museo Histórico Municipal “Brigadier General Juan Martín de Pueyrredon” desde su reapertura en abril de 2009, su equipo de investigación busca rescatar y poner en valor la figura de Victoria Aguirre, pionera del coleccionismo local, generosa benefactora y emprendedora a lo largo y a lo ancho del país, y personaje emblemático de San Isidro al haber sido dueña de la Quinta Pueyrredon y la donante de los terrenos que hoy conforman el Club Atlético de San Isidro (CASI).

Para reconstruir su vida y su obra se ha pedido en préstamo a instituciones y coleccionistas (entre ellos los museos Etnográfico, Udaondo y Fernández Blanco) objetos de sus colecciones que originalmente pertenecían a Victoria Aguirre y, en muchos casos, fueran donados por ella misma para enriquecer el patrimonio de dichas instituciones. Un video sobre su vida completa el perfil de esta mujer generosa y valiente, que desafió las convenciones de la época, pero prefirió contribuir al bien común discretamente, como en voz baja.

La exposición, bajo investigación de Cacilia Lebrero, cuenta con montaje de Patricio López Méndez.

La muestra podrá ser visitada, con entrada libre y gratuita hasta el 25 de mayo próximo, los martes y jueves de 10 a 18, y los sábados y domingos, de 14 a 18.

Victoria Aguirre nació en Buenos Aires en 1858. Dos años antes sus padres, Manuel Alejandro Aguirre y Mercedes Anchorena, habían comprado la chacra de San Isidro a su tío Prilidiano Pueyrredón, único heredero de los bienes de la familia Pueyrredon Tellechea.

En 1911 la chacra se dividió entre los descendientes de Manuel Alejandro. Victoria y Manuel José, su hermano escultor, pidieron expresamente que se les adjudicara el casco y los terrenos adyacentes con el único propósito de preservarlos. El pedido no es caprichoso: ambos poseen un gusto por lo estético y son conscientes del valor patrimonial que la quinta representa. En 1920 Victoria cedió su parte a la viuda de Manuel José, Enriqueta Lynch. Dos décadas después, los Aguirre Lynch vendieron el casco principal y edificios aledaños a la Municipalidad de San Isidro. Para entonces, el solar ya había sido declarado Monumento Histórico Nacional.

Como integrante de la Sociedad de Beneficencia o desde la acción individual, Victoria Aguirre desarrolló una tarea social de enorme trascendencia. Al momento de su muerte en 1927, el diario La Nación se refirió a su obra como “un vasto plan de asistencia y de previsión”. Escuelas, asilos, hospitales, instituciones religiosas, culturales, científicas y deportivas, siempre contaron con su apoyo desinteresado.

Producto de sus viajes y de su amor al arte, Victoria se dedicó a formar una valiosa colección, transformando su casa en un verdadero museo. Donó además parte de su patrimonio y adquirió especialmente para instituciones públicas, ocupando así un lugar destacado en la historia del coleccionismo argentino.

Hasta aquí podría haber cumplido con las expectativas de una mujer de su clase. Sin embargo, Victoria se distinguió por ser una precursora en la identificación del patrimonio cultural, y por emprender acciones para su conservación y su difusión. Hizo de la acción un compromiso, participando de cuanto emprendimiento humanitario, cultural, científico o turístico estuvo a su alcance, de una manera apasionada y directa. Si lo desconocemos, es porque nunca persiguió la figuración o la aprobación de su entorno; privilegió el bien común y lo efectivizó casi en silencio, como en voz baja.

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